Esta tarea de evangelización misionera, indispensable en cada comunidad, consiste en mostrar a Cristo, elevado en lo alto de la Cruz y la Resurrección, para que seamos salvados y asumamos una forma de vida propia de discípulos de Jesús (Cf. Jn 3, 14-15).
Por eso la catequesis abarca toda la vida; es permanente. Comienza con la Iniciación Cristiana del Bautismo, la Comunión y la Confirmación, pero no se termina al recibir esos sacramentos. Debe continuar acompañando todas las circunstancias de la vida. Por ejemplo cuando se forma una pareja, o se funda una familia, cuando se asumen compromisos sociales y laborales, cuando se enfrenta la enfermedad, la vejez, cuando se debe ahondar en la conversión, cuando alguien es llamado a entregar por entero la vida y la propia persona a Dios con exclusividad.
También por eso la catequesis compromete a toda la comunidad cristiana y particularmente a cada familia, no solamente a los que desarrollan la actividad de la catequesis de iniciación (catequistas). Porque a lo largo de la vida de cada cristiano todos debemos apoyarnos, enseñaros y alentarnos para profundizar en el misterio del Dios. Ese misterio que, en Cristo, se nos ha manifestado como amor misericordioso, que perdona, redime y salva (Cf. Jn 3, 17. Ef 2, 3-5).
Ojalá cobremos continuamente conciencia de esta hermosa actividad eclesial para sostenerla y acrecentarla.
María Santísima y San José que educaron al Niño Jesús en la fe de su Pueblo, nos ayuden a todos nosotros a transmitir en nuestra religiosidad el Mensaje de Salvación de Cristo.
Inicio de catequesis en Comunidad de San Carlos |
Inicio de catequesis al final de la Misa de Envío en San Carlos |
Ornamentación de bienvenida a los chicos de catequesis. Comunidad de Animaná |
Organización por grupos de catequesis tras la Misa de Envío. Comunidad de Animaná |